miércoles, 11 de septiembre de 2013

Me llamo Jesús Roa Ayala, tengo 15 años, color de piel poco morena, complexión normal, ojos cafés, labios pequeños, cejas robustas, nariz carnosa, pelo color negro y el mejor día de lo que llevo de vida comenzó un sábado por la mañana, ya que tenía una cita importante ese día.

Eran las siete de la mañana cuando sonó el despertador porque lo había programado la noche anterior, desperté y no había nadie en casa por lo tanto decidí meterme a la ducha para hacer tiempo, cuando salí de bañarme aún no había nadie en casa y empecé a preocuparme porque tenía una cita a las diez de la mañana era importantísima ya que mi tío llegaba de un país extranjero (Estados Unidos De América) y hacía años que no lo veía. Era ya era un poco tarde así que decidí cocinar unos “huevos con frijoles” y me puse a desayunar, cuando estaba a punto de acabar llego toda mi familia y yo un poco enojado le pregunte ¿a dónde habían ido? Y todos se rieron, indignado me fui a la alcoba mire el reloj y vi que eran las nueve de la mañana, fui a cambiarme lo más rápido posible y me aliste para salir a la terminal, cuando salí de mi casa fui corriendo hacia mis destino muy entusiasmado.

Llegue a la terminal toda agitada porque me fui corriendo pero aún no llegaba la persona que con tantas ansias estaba esperando, espere media hora más de lo acordado, y al fin llego un transporte que sin saberlo era el que yo estaba esperando, el salió del autobús y como siempre ha sido muy bromista se escondió para que no lo viera, yo ya estaba preocupado pensando cosas malas sobre su viaje, pero después como de cinco minutos me tapo los ojos por detrás y espantado le metí un golpe en la cara, jamás olvidare la expresión de su rostro, era una cara de enojo y felicidad a la vez, nos saludamos y yo tan feliz de verlo lo abrace y nos dirigimos hacia la casa caminando tranquilamente.
Cuando llegamos todos lo recibieron con un entusiasmo inigualable, él estaba tan feliz que lloró de alegría y abrazo a toda la familia, yo me fui a dormir otro rato porque no había dormido la noche anterior.

Desperté a las seis de la tarde y aun se pintaba una sonrisa en mi cara pero mi tío había salido a comprar por lo que me decidí a prepararle una sorpresa, pero como nadie me quiso ayudar no pude prepararle nada y recordé que le gustan mucho los juegos de azar, entonces por este motivo fui a comprar un par de barajas y un cubilete para poder jugar cuando él estuviera de vuelta en la casa.    Al fin cuando  regresaron  era demasiado tarde y nos pusimos a jugar todos en familia apostando  y a las doce de la noche nos fuimos a dormir.

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